martes, 8 de diciembre de 2009

Tengo un amigo baterista. Tiene altísimas influencias del más clásico rock y toca muy bien. Muy bien, es una futura estrella de rock o eso esperamos todos los que queremos que nos mantenga en un futuro.

Como corresponde, tiene una batería en su casa, encajada en su pequeña habitación con ventana que da a la calle. Son muchas las mañanas de colegio y las tardes que pasamos matándonos de la risa de sus pobres vecinos, que tienen que aguantar su arte cada vez que se inspira y empieza a darle a los platillos. Mucha, mucha risa porque así de malos somos.

Pero todo en la vida vuelve. Por ejemplo, yo tengo nuevos vecinos. Una mujer jóven, recién divorciada con su hijo, de unos cuatro años a los que todavía no tuve oportunidad de conocer.
La cuestión, y el indicador de que todo en la vida vuelve, es que todas las tardes el nene junta unas cuantas ollas, alguna cuchara de madera y empieza a tocar como si fuera el mismísimo John Bonham. Y a mi me toca escuchar todo. Nunca más me voy a reir de los vecinos de mi amigo, no.

4 comentarios:

  1. Todo vuelve, totalmente, tanto lo bueno como lo malo. Que te sirva de lección.

    Abrazo enorme.

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  2. Yo que toco todavía estoy esperando mi "correspondida" batería.

    Igual, lo que es esta vida...

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  3. La puta madre!
    Eso es el karma o el nenito quiere joderte la vida.

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  4. jajajaja tremendo lo del pendex!
    y bueno...si vamos al caso es puro arte asi que hay que aguantarlo (?) jaja
    que tengas linda semana!!!! y cualquier cosa mandate unos algodones en los oidos para zafar del arte puro del vecino infante jajaja
    adeu!!!

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